Era el fin del mundo, de la humanidad y solo algunos permanecían con vida. Entre ellos, estaba Pedro.
Pedro el que se aferraba a una fotografía de una revista. El que no tenía razón de vivir más que la modelo de la foto y su sonrisa esperanzadora; quien lo había perdido todo, menos el amor por "Isabel".
Muchos corrían y se perdían en los refugios que se caían a pedazos. Pedro seguía ahí bajo la estatua, esperando. Sabía que la de la sonrisa aparecería de una vez. Llovía sangre y el permanecía inmovil. No dejaría que esas amenazas borraran sus corazonadas de encontrarla viva. Sabía que vivia, que usaba el mismo chaleco largo azul y seguramente andaría con su pelo castaño un poco sucio por haber dormido bajo un montón de cartones y ropa sucia.
- Hey, chico! Muevete de ahí, eres blanco fácil! - Si quieres refugio hoy, puedes venir, somos 3 y tenemos fuego.
Pedro levantó la cabeza y vio a una niña de pelo rubio. Su cabeza se asomaba por la tapa del alcantarillado, y tenía las mejillas rojas por el frío. Se levantó y guardó la fotografía en el bolsillo de la chaqueta. Quizás mañana aparecería Isabel. A no ser que haya ido con ese grupo rescatista al Cerro Barón. Ya lo averiguaría.
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