El ahogo

De vez en cuando me preguntaba si seguía el camino correcto, si debía hacerle caso a mi intuición y arrancarme de todo. Pero claro... en ese entonces me faltaban agallas para tomar decisiones y atenerme a las consecuencias. Preferí entonces, quedarme quieta y ver como el mundo corría mientras yo era una mera espectadora. Ahora, luego de mil años somnolientos me encuentro despierta y en medio del escenario, formando parte de una obra de teatro. Esa misma con la que soñaba ser parte, pero que, por cobardía no me atrevía a entrar y actuar.

No puedo negar que el miedo siempre ha estado presente en mi vida... pero, ¿acaso es un pecado? Todos alguna vez lo sentimos, eso es algo intrínseco en el hombre. El miedo a lo desconocido, al dolor, al fracaso... hay tantos tipos. Pero finalmente hay que ser valiente y seguir el guión que te dieron. O simplemente, desertar y cambiar las líneas por algunas que sean más cómodas (evitando situaciones, arrancando de cosas...).

Muchos por miedo se ponen máscaras y se tiran al escenario a actuar que son otros. Recuerdo el calor que se sentía usando esa enorme máscara veneciana, que aunque me gustaba me mataba poco a poco. Me ahogaba... aún siento la presión y la falta de libertad.

Pero esos tiempos de usar máscaras fueron hace mucho. Alguien vino y me susurró al oído algo que sólo guardo para mi. Palabras mágicas que hicieron que la máscara cayera, y volviera a respirar.

Ahora debe ser ocupada por otra, por que la dejé tirada. Mi intención no fue ni será volver a estar cautiva.